martes, 3 de septiembre de 2013

Hipersensibilidad artística.

Las manchas de sangre el la pared eran culpa de ella. Manos marcadas a fuego en el papel pintado vintage. Madera roída por ratones intrépidos y mucho tiempo para recrearse una vez más. Mordiéndose el labio y haciendo que unos de sus dedos empapados de rojo carmín dibujasen medio círculo. Una linea finita. No estoy loca. Repetía su cabeza. Los gritos todavía no habían cesado. Allí, apretando contra su sien, enfermizo y atroz. Ojos cerrados, olor a óxido. El óxido de la muerte, la peste de putrefacción.

Eso es imposible, llevan sólo un par de horas aquí. Se dio la vuelta sobre sus talones, girando en su propio eje para poder contemplar los cuerpos tendidos sobre la alfombra empapada de vida y muerte. Cadáveres perdidos en la inmensidad de una eternidad que habían alcanzado de su mano sin poder pedir ayuda, sin haber tenido tiempo de gritar. Se pasó las manos por la cara volviendo a mancharse una vez más y caminó hacia ellos con cierta timidez, como aquella niña de quince años que había disparado un arma sin querer. 

Su obra estaría completa y sin lienzo alguno. El delirio infernal pintado sobre aquella enorme pared frente a sus ojos. Volviendo a mojar las manos en aquel joven de veintitantos qué podía haber soñado con amarla a ella. Iluso. Un gruñido ronco saliendo de la garganta de Lion. Palmeando una sola vez y con fuerza la pared para deslizar aquella mano hacia arriba produciendo el movimiento de aquella pintura siempre improvisada. No estoy loca. Su frent estampándose contra el tabique y su cuerpo descendiendo hasta el suero, arrastrado por la histeria apoderada de su cuerpo a medias. 
Los artistas no estamos locos. Somos hipersensibles. 

2 comentarios:

  1. No dejes de deleitarme con estos textos, Andy.

    Atte; Iree

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Exagerada! Deleitar... sí, claro. Pero ahsdghasdga, grasias.

      Eliminar